El conjunto de Gary Neville vuelve a caer derrotado en Liga BBVA y continúa sin saber lo que es la victoria desde que llegó el inglés. Rubén Castro, autor del tanto
Se masca la tragedia che. Solo basta saber cuándo van a despedir a Gary Neville y cuando la dirección institucional va a tomar decisiones desde Singapur. Se rumorea que el británico terminará la Copa del Rey con todas sus consecuencias, la competición en la que se ha parapetado para paliar una debacle deportiva liguera en toda regla. Ahora con el 7-0 encajado de la Copa, fuera de la Champions League pero con opciones intactas en la Europa League, puede ser el momento para recuperar el terreno perdido. Más que nada porque si solo contáramos los partidos de liga en los que ha estado sentado el ex del Manchester United en el banco che, el Valencia sería colista.
Se notaba desde el principio que éste no era un partido cualquiera. Había mucho juego y ningún futbolista quería salirse del guión. Balones largos para que los solitarios delanteros se pegasen con las líneas defensivas, escarceos por banda de los jugadores más versátiles (en especial de los debutantes Cheryshev y Musonda), y muchas faltas colgadas desde los costados. Si a ello le sumamos la cantidad de tarjetas (cinco en total en la primera parte, cuatro de ellas para los valencianistas), y de faltas (20), más las protestas y las reclamaciones por parte de la grada parecía que el que estaba en frente no eran los del Turia sino del mismo Guadalquivir.
El aficionado al fútbol fue el que salió perdiendo. El Real Betis empezó y terminó bien en los primeros 45 minutos. Mientras, el Valencia controlaba ligeramente. El trivote dispuesto por Gary Neville que, en dos meses, no ha parado de experimentar en las alineaciones ahogaba la elaboración sevillana. N’Diaye y Petros son dos perros de presa que no entienden de creación. Sin embargo la pelea del segundo, en el minuto 42, por un balón en la banda, originó la ocasión más clara de la primera parte. El mediocentro, Dani Ceballos y Musonda tocaron en la frontal hacia la figura de Van Wolfswinkel que la pegó con el alma pero al muñeco. Era el segundo remate del Real Betis en la primera parte (el primero había llegado en el minuto 40. Justo después la masa social bética se volvió histérica al no entender Sánchez Martínez una entrada de José Gayá sobre Musonda. Un lateral que se la jugó nada más salir al sustituir a un Siqueira que, en su debut, se marcharía lesionado.
Todas las ataduras tácticas se fueron a la basura nada más reanudarse la segunda mitad. Álvaro Negredo, nada más empezar, perdonó en dos ocasiones. La primear después de una buena acción por la izquierda de José Gayá y que no aprovechó a pesar de su intencionado envío al palo derecho. La segunda fue más flagrante. André Gomes vio muy bien a un Cheryshev (que terminaría el partido acalambrado) y éste se la puso en bandeja al Tiburón que, sin portero, remató flojo. A Vargas le dio tiempo a despejar bajo palos. Ambas oportunidades malogradas con la derecha. Está en declive el madrileño pero esta pierna nunca ha sido la buena. Entremedias el gol de la victoria.
Si la estrella del partido fue Musonda, Rubén Castro se convirtió en el verdugo. Arrancó el canario en solitario que se apoyó en el belga. El ex del Chelsea se sacó un taconazo de calidad hacia la figura de Van Wolfswinkel que, en su disparo raso serviría de asistencia para que el ídolo del beticismo empujase a la red. Diez tantos en esta liga, y 16 solo suma el Real Betis. Es decir, el 62,5% de las dianas pasan por sus botas.
El gol removió el encuentro. El Real Betis, espoleado en confianza, se fue hacia adelante a ritmo de Musonda que no paraba de provocar tarjetas a diestro y siniestro. A José Gayá le dio la tarde, tanto que el canterano olvidado acabaría siendo expulsado por doble amarilla. El partido era de los sevillanos, más que nada porque Gary Neville desde el banquillo no reaccionaba. N’Diaye de cabeza pudo sentenciar a pase de un Vargas que, en dos lanzamientos de falta, rozó la escuadra. El peruano debería plantearse en que club está porque quizás le viene pequeño.
El segundo tanto se mascaba mientras la grada pedía la expulsión de Zahibo. Algo que le sirvió como excusa a Gary Neville para arriesgar. Fue en ese instante, el cambio en una falta en contra cuando Jorge Molina (vía Vargas) marcó en posición legal, pero el asistente se lo invalidaría. Luego su compañero de la otra banda lo compensaría poco después. El Valencia, entonces, creyó que un punto sí que era posible sacar. Álvaro Negredo no se resignaba y, aún con uno menos, acechaba el peligro jugando con el miedo a perder de los de Juan Merino y el acongoje de su afición. Pero ni siquiera esa heroica che a la que se agarra en esta liga les salvó. Mustafi marcó de cabeza en otro saque de falta, pero como le pasó a Jorge Molina se quedó sin premio, sin empate y con una derrota más en su haber.
Impasible ante las circunstancias, Gary Neville se marchó del césped de Heliópolis sonriendo. Contrasta sobremanera con la situación de un Valencia que tiene a sus hinchas en llamas y desesperados. Más que nada porque está a tan solo un partido de hacer historia e igualar la peor racha de su historia sin conocer el triunfo. El próximo miércoles en Copa, Mestalla dictará sentencia.
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