Luis Suárez se lamenta de una ocasión fallada
El conjunto sevillista se venga de la derrota en la Supercopa de Europa con una trabajada victoria ante un Barcelona que remató hasta cuatro veces al poste
Luis Ledesma | Opta
Sin Messi. Sin Iniesta. Un rompecabezas. Un sudoku es lo que tuvo que resolver Luis Enrique en el siempre inhóspito Sánchez-Pizjuán. Algo a lo que se está acostumbrando peligrosamente el técnico asturiano. El FC Barcelonaes el mejor equipo del mundo. Pero las lesiones no entienden de jerarquías futbolísticas y han castigado sin piedad al ya castigado por la FIFA conjunto catalán. Así, Luis Enrique fortaleció el centro del campo con Javier Mascherano, optó por Sergi Roberto en el lateral derecho en detrimento de un renqueante Dani Alves y apostó por Munir El Haddadi como encargado de la misión imposible de ser Messi.
Pero no todo eran malas noticias para el conjunto azulgrana. Volvía Bravo a la portería. Sin lugar a dudas, uno de los artífices de la seguridad defensiva del Barça de la temporada pasada. Y pronto el chileno comprobó que el Pizjuán no iba a ser una plaza fácil par su regreso. Y es que cuando apenas se habían saludado ambos conjuntos, Vicente Iborra, ese Raúl García que se ha inventado Unai Emery, se sacó de la manga una vaselina que se marchó fuera por muy poco. Era Un primer aviso de que este Sevilla FC muerde. Que este Sevilla no olvida. Y que este Sevilla iba a la guerra con todo.
Pero si en el césped tienes a dos jugadores como Neymar y Luis Suárez, acostumbrados a lidiar con ambientes hostiles desde que uno se pedía a Romario y otro a Francescoli en sus partidos de barrio, tienes mucho ganado en partidos de ida y vuelta como el vivido en Nervión. Nunca se arrugan. Siempre piden la pelota. Y, lo más importante, quieren ganar como sea. Así, los dos jugadores azulgranas protagonizaron las acciones más peligrosas del primer acto.
Primero Neymar. Antes el brasileño había avisado con un remate ajustado que tropezó en un rival y se marcó a córner. Pero fue en el ecuador del primer tiempo cuando la suerte se puso la camiseta del vigente campeón de la Europa League. Sin Messi, Neymar se ha hecho con los galones de tirar los penaltis y las faltas. Y así, con un lanzamiento de esos que bailan por el aire a punto estuvo de adelantar al equipo dirigido por Luis Enrique. Pero el disparo, tras pegar en el poste y en la espalda de Sergio Rico, se marchó pululando por la línea de gol sin que Piqué pudiera remachar el esférico. Después la tuvo Luis Suárez con un disparo parabólico que despidió los primeros 45 minutos y que tropezó con la cruceta.
Pero no fue ni Neymar ni Luis Suárez. Sino todo lo contrario. Michael Krohn-Delhi, uno de esos jugadores silenciosos que juegan en nuestra Liga, sería el protagonista del partido. Una versión modesta de Laudrup que ya hizo crecer futbolísticamente al Celta y que quiere hacer lo mismo en Sevilla. Y lo demostró en este duelo. Primero al remachar a puerta nada más comenzar el segundo tiempo un jugadón de Kevin Gameiro, agitador oficial del Sevilla en partidos ante el Barça. Y poco después al sacarse de la chistera un pase al corazón del área para que Vicente Iborra llevara la algarabía a Nervión.
Con el 2-0 en su contra, no le quedó más al conjunto de Luis Enrique que aferrarse a su séptimo de caballería de manera desesperada. Y así metió poco a poco al equipo de Unai Emery en su propia área y convirtió a la zaga sevillista en una especie de frontón viviente. En uno de esos arreones, el balón tropezó en la mano de Benoit Trémoulinas dentro del área y el colegiado decretó la pena máxima, la quinta para el Barcelona esta temporada.
Neymar, que en la pasada jornada mandó su penalti a las nubes de la capital barcelonesa, aseguró en esta ocasión con un lanzamiento raso al que no llegó Sergio Rico por poco. Y se acabó. El Barça continuó con su asedio –Sandro Ramírez a punto estuvo con un remate a puerta vacía de empatar pero su disparo tropezó con la madera– pero el Sevilla resistió como pudo. Primer partido liguero tras la lesión de Messi. Y primera derrota. Se avecina tormenta en Can Barça.
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