Suplente y decisivo. No le hace falta aclimatarse al campo. Luis Enrique lo reservó hasta el 59'. Pulsó esa tecla que Simeone no tiene para estos partidos (ha perdido 9 de los 11 últimos en Liga contra el Barça). Messi pisó el césped y el orden establecido (contras locales y circulaciones largas visitantes) se desordenó, inclinándose hacia los intereses de su equipo.
Se esperaba más de un Atleti con más recursos. Ya no valen ciertas excusas. Simeone decidió volver a esperar al Barça. Quizá la noticia de la suplencia de Messi reciente, hacía creer en un mayor empuje inicial. Pero no, habrá que esperar quizá a que el equipo esté más seguro. Si no ha dado con la tecla quizá es que hay que pulsar otra diferente.
El Barça notaba la ausencia de Messi, ¡cómo no! No llegaba con tanta asiduidad, pero aún así fue mejor y creó dos claras ocasiones de gol en la primera parte. Una de Rakitic tras magistral jugada y asistencia de Iniesta, que Oblak anuló. Otra de Suárez en el segundo palo tras un córner, que acabó en el larguero.
Los del Cholo vivieron pobremente de algún robo, como el de Griezmann a Mascherano que plantó a Fernando Torres escorado ante Ter Stegen. Falló, el balón se fue alto, pero tendría otra. Todo transcurría en un guión esperado.
A lo mejor Mateu Lahoz pudo cambiarlo en algún momento, pero no se mojó. Se pidieron hasta cuatro manos en las áreas, dos de ellas sin duda merecedoras de señalarse como penaltis (Godín y Mascherano). Las otras dos (Giménez ambas), quedan para la duda.
Torres y Neymar, previos a Messi
Se rompió al poco de la reanudación, en el minuto 51. El Atleti elevó la presión y fruto de ello encontró una combinación en el medio del campo. Griezmann, Tiago y carrera para Torres. Fernando galopó y Jordi Alba no llegó al encuentro del balón, cruzado por el delantero ante Ter Stegen, que lo vio golpear al poste y entrar.
No dio tiempo a asimilar si la idea de Simeone triunfaba. Si de tanto presionar la tecla ésta ya funcionaba. Neymar apareció para golpear una falta en la frontal, elevarla sobremanera por la barrera y bajarla cerca de la escuadra de Oblak. Tres minutos de ajetreo para volver al orden establecido.
Pero fue pisar el césped Messi, en el minuto 59, y adíos al planteamiento. Fintó, en su campo y en el del rival, esquivó rivales, sembró pánico y asombro, buscó paredes y devolvió a la vida a Suárez y Neymar que, salvo el golpeo del brasileño en la falta, no habían dado signos de desequilibrio.
Necesitó Messi 17 minutos para marcar. Aprovecharon una pérdida en el borde del área de Griezmann, que confirmó a pocos metros de distancia que estar a la altura de Messi (y Cristiano) es por ahora eso, una ilusión. Messi resolvió por encima de Oblak, con el exterior, la dejada de Suárez. Pónganle el adjetivo que quieran. Determinante es el más definitivo, juegue los minutos que juegue.
Raro ver a Leo Messi en el banquillo.
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